Las baterías alcalinas ofrecen distintos beneficios en comparación con los tipos de baterías recargables comunes, como las baterías de hidruro metálico de níquel (NiMH), lo que las convierte en una opción más práctica para muchos usuarios. A diferencia de las baterías NiMH que sufren altas tasas de autodescarga (pierden hasta el 30% de su carga dentro de un mes de almacenamiento), las baterías alcalinas conservan su energía durante años cuando se almacenan adecuadamente, lo que elimina la frustración de encontrar baterías recargables agotadas cuando es necesario. También eliminan la necesidad de cargadores dedicados, lo que añade costos e inconvenientes adicionales, especialmente para usuarios con múltiples dispositivos. Mientras que las baterías de NiMH requieren ciclos regulares para mantener su rendimiento, las baterías alcalinas están listas para usar nada más sacarlas del paquete y funcionan de manera consistente sin mantenimiento. Además, las baterías alcalinas entregan un voltaje estable de 1,5 V durante toda su vida útil, mientras que las baterías de NiMH comienzan con 1,2 V y disminuyen gradualmente, lo que puede causar un rendimiento deficiente en dispositivos sensibles a caídas de voltaje. Para los usuarios que buscan energía confiable y sin complicaciones sin los gastos generales de cargar el equipo, las baterías alcalinas superan a las alternativas recargables en conveniencia y rendimiento constante.
