Las baterías modernas de carbono-zinc han abordado los problemas históricos de fugas mediante tecnología de sellado avanzada, brindando una protección mejorada para sus valiosos dispositivos electrónicos. Las primeras baterías de carbono-zinc eran propensas a sufrir fugas de electrolitos debido a la corrosión gradual de la carcasa de zinc durante la descarga, pero los modelos contemporáneos cuentan con carcasas selladas con precisión y carcasas exteriores robustas que evitan que el electrolito corrosivo se filtre. Estas mejoras incluyen tapas de extremo ajustadas, carcasas de plástico duraderas y selladores especializados que crean una barrera contra fugas.
Este diseño resistente a fugas es particularmente importante para dispositivos que no se utilizan durante períodos prolongados, como decoraciones de temporada o controles remotos de respaldo, donde las fugas de la batería pueden causar daños permanentes a las placas de circuito y a los conectores. Si bien las baterías de carbono-zinc aún requieren un almacenamiento adecuado (en ambientes frescos y secos) para maximizar la protección contra fugas, su construcción moderna reduce significativamente el riesgo en comparación con las versiones anteriores. Además, muchos productos líderes de baterías de carbono-zinc están etiquetados como "resistentes a fugas" y se someten a pruebas rigurosas para garantizar que cumplen con los estándares de la industria para la contención de electrolitos. Para los usuarios que priorizan la protección del dispositivo mientras disfrutan de los beneficios económicos de las baterías de carbono-zinc, estas mejoras de diseño ofrecen tranquilidad.