Las baterías de carbono-zinc ofrecen una comodidad excepcional en lo que respecta al almacenamiento y transporte, lo que las hace fáciles de tener a mano cuando se necesita energía. A diferencia de las baterías a base de litio, que están sujetas a estrictas regulaciones de transporte debido al riesgo de incendio, las baterías de carbono-zinc tienen una composición química estable que elimina las preocupaciones sobre materiales peligrosos. Se pueden transportar a granel sin embalaje o etiquetado especializado, y se permiten tanto en el equipaje facturado como en el de mano para viajes aéreos, ideal para viajeros que necesitan alimentar dispositivos portátiles como linternas o relojes de viaje.
En términos de almacenamiento, las baterías de carbono-zinc mantienen su carga de manera efectiva cuando se almacenan en condiciones óptimas (lugares frescos y secos, lejos de la luz solar directa). Si bien su vida útil (generalmente de 2 a 3 años) es más corta que la de las baterías alcalinas, es más que suficiente para la mayoría de las necesidades domésticas y comerciales, ya que estas baterías a menudo se usan y reemplazan regularmente en dispositivos de bajo consumo. Su robusta carcasa también resiste pequeños impactos y vibraciones durante el almacenamiento o el transporte, lo que garantiza que sigan funcionando incluso si se golpean accidentalmente. Para los usuarios a quienes les gusta abastecerse de baterías o necesitan transportarlas con frecuencia, las baterías de carbono-zinc simplifican la logística sin comprometer el rendimiento.