Las baterías de carbono-zinc destacan como la fuente de energía más económica para una amplia gama de dispositivos electrónicos de bajo consumo, lo que las convierte en una opción económica tanto para hogares como para empresas. A diferencia de los tipos de baterías de mayor costo, como las alcalinas o las recargables de hidruro metálico de níquel (NiMH), las baterías de carbono-zinc ofrecen un precio unitario significativamente más bajo (generalmente una fracción del costo de las alternativas alcalinas) y, al mismo tiempo, ofrecen un rendimiento confiable para dispositivos que no requieren una salida de corriente alta. Esta ventaja de costos es particularmente pronunciada cuando se compran al por mayor, lo que los hace ideales para instituciones como escuelas, oficinas y hoteles que necesitan alimentar numerosos dispositivos de bajo consumo de energía de manera constante.
Diseñadas específicamente para dispositivos con demandas mínimas de energía, las baterías de carbono-zinc destacan en aplicaciones donde el consumo de energía es gradual e intermitente. Estos incluyen controles remotos de TV y aire acondicionado, relojes de cuarzo, termostatos de pared y calculadoras básicas, elementos que funcionan con corrientes pequeñas y constantes durante períodos prolongados. Si bien su densidad de energía (normalmente 500-800 mAh) es menor que la de las baterías alcalinas, esto es irrelevante para los dispositivos de bajo consumo, ya que rara vez agotan las baterías rápidamente. Por ejemplo, una batería de carbono-zinc puede alimentar un reloj de cuarzo durante hasta 12 meses, igualando el tiempo de ejecución de baterías más caras en tales escenarios. Para los usuarios que buscan minimizar costos sin sacrificar la confiabilidad de los dispositivos cotidianos, las baterías de carbono-zinc representan el equilibrio óptimo entre rendimiento y asequibilidad.