La confiabilidad del almacenamiento a largo plazo y la resistencia a las fugas hacen de nuestras baterías de carbono-zinc una solución práctica para dispositivos que permanecen inactivos durante períodos prolongados. Con una tasa de autodescarga ultrabaja, estas baterías retienen su carga durante años cuando se almacenan en condiciones frescas y secas, superando con creces el rendimiento de las baterías alcalinas en aplicaciones de espera. Este atributo es particularmente valioso para dispositivos de emergencia como linternas, detectores de humo y sistemas de alarma de respaldo, que pueden permanecer sin uso durante meses pero deben funcionar inmediatamente cuando sea necesario. Hemos mejorado nuestras celdas de carbono-zinc con elementos de diseño avanzados a prueba de fugas, incluidas carcasas de acero resistentes a la corrosión y anillos de sellado resistentes al envejecimiento, para abordar la preocupación común de las fugas de electrolitos durante el uso o almacenamiento prolongado. Las rigurosas pruebas de control de calidad garantizan que cada batería cumpla con estrictos estándares de fuga, incluso cuando está completamente descargada o expuesta a fluctuaciones moderadas de temperatura. Para dispositivos como relojes de pared o sensores de luz solar exterior que permanecen instalados durante años, esta resistencia a fugas evita daños costosos a las placas de circuito y a los componentes internos. Con nuestras baterías de carbono-zinc, los usuarios pueden instalarlas en sus dispositivos con confianza, sabiendo que habrá energía disponible cuando sea necesaria y que su equipo estará protegido contra daños relacionados con fugas.
